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Viv@Fidel

JOHN LENNON ERA UN TERRORISTA

JOHN LENNON ERA UN TERRORISTA

El documental que en España se titulará EEUU contra John Lennon, sobre la década (1966-1976) que marcó la etapa más antibelicista del ex Beatle, dicen que conmovió en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde fue recibido con calurosos aplausos y algunas lágrimas. La película de David Leaf y John Scheinfeld, que se exhibió en calidad de estreno mundial en la sección Horizontes, se propone sobre todo denunciar el acoso al que el Gobierno estadounidense sometió al carismático músico cuando se trasladó a vivir a Estados Unidos, abrazando la causa pacifista y la defensa de los derechos civiles. El filme, cuya banda sonora está compuesta, como no podía ser de otra manera, por canciones de Lennon, algunas de ellas inéditas, denuncia que la administración del presidente Richard Nixon vigiló al músico, intervino sus líneas telefónicas e intentó deportarlo bajo el argumento de que el genio británico estaba siendo desleal con Estados Unidos.

 Queríamos mostrar lo que pasa cuando un gran artista tiene el coraje de desafiar al poder, cuando un hombre sin miedo lucha por la paz, explicó David Leaf, uno de sus directores. “La película no está diseñada para comentar la situación actual, pero la comparación es inevitable”. Leaf recordó sobre todo el caso del grupo femenino de música country, The Dixie Chicks, boicoteado en numerosas radios de Estados Unidos luego de que una de sus integrantes criticara al actual presidente estadounidense, George W. Bush. “Después de los atentados del 11 de septiembre, cualquier ligero desacuerdo con el gobierno es considerado antipatriótico. Eso es exactamente lo que le pasó a Lennon”, explicó el director.  El documental se basa sobre todo en numerosos documentos, entre los que destacan su luna de miel con Yoko Ono en Montreal y Ámsterdam, donde estuvieron metidos una semana en la cama protestando contra la guerra de Vietnam, así como numerosas entrevistas de televisión en las que ambos mostraban su radical oposición a la violencia. EEUU contra John Lennon recoge además los testimonios de varios protagonistas de la época, ex activistas, ex funcionarios del gobierno y periodistas, así como de la viuda del músico asesinado en 1980, Yoko, quien permitió a los directores un acceso sin precedente al archivo privado de la pareja, con material audiovisual hasta hoy desconocido. El público se encontrará con una Yoko Ono nunca vista hasta ahora en público. Creo que para ella había llegado el momento de hablar de aquella época. Y, dados los trágicos sucesos de los últimos cinco años, consideró necesario que se hiciera esta película”, señaló  Leaf, que hizo hincapié en el hecho de que John y Yoko eran la pareja más famosa del momento. “Usaron su fama para intentar construir un mundo mejor. Eso convierte en único lo que hicieron. Fueron muy valientes”.  Celebro mucho el estreno y la emoción que despertó en su premiere veneciana ya que, aunque la denuncia se haga con bastante retraso, habremos de entonar aquello de más vale tarde que nunca. Porque ya hace más de veinticinco años que lo sugerí en la desaparecida revista “La Calle”, y lo volví a recordar en el 2000 por medio de un articulo en el que se recogía parte de la tesis mantenida por los dos documentalistas. No es vana presunción, por favor (que uno aunque no tenga abuela sabe de modestia y recato), es sana alegría por coincidir en los planteamientos de esta pareja de cineastas que han tenido la fortuna, el coraje y el valor de recopilar tanto material original e inédito, para gritarle al mundo (aunque no se demuestre de forma fehaciente) que el gobierno de EEUU asesinó a John Lennon de la manera más cinematográfica: utilizando a través del FBI a un pobre psicópata que se encargaría de descerrajar todo un cargador de pistola contra el autor de Imagine. No fue otra cosa el tal Mark Chapman: la mano ejecutora del ejecutivo yanqui. ¿O acaso a estas alturas alguien en su sano juicio duda de que Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy, era un pistolero pagado por el FBI?. He aquí lo que escribí entonces y que hoy mantengo:  “El Federal Bureau of Investigation, más popular entre los mortales como el todopoderoso FBI, ha hecho públicos unos informes secretos en los que revela que el ex Beatle John Lennon apoyó desde 1972 al Irish Republic Army, más conocido como IRA, enviando aportaciones económicas a personas y organizaciones civiles cercanas al movimiento de liberación de Irlanda del Norte.  Sin entrar a valorar la fiabilidad de la información (no hay que olvidar que la misma agencia mantuvo ocultos informes que relacionaban a ese mismo departamento con el asesinato de John Kennedy), la pregunta que surge de inmediato es por qué salen a la luz dichas denuncias el año en que se conmemora el 20º aniversario del asesinato del Beatle, y mientras las conversaciones en el proceso de paz de Irlanda del Norte atraviesan un impasse inquietante.  ¿Acaso quiere el FBI que la imagen de Lennon se distorsione para la historia y para sus fans de tal forma que el ídolo pase de ser héroe a villano?... ¿Quién o quienes están interesados en meter en la cloaca de la sospecha terrorista al creador de temas como Working Class Heroe, Revolution, Woman is the Nigger of the World, etc.?...¿Tal vez para oscurecer los posibles conciertos y celebraciones del 8 de diciembre de 2000, día en el que un nunca investigado Mark Chapman descerrajó cinco balazos en el cuerpo de John?.  Las teorías sobre el asesinato de John Lennon jamás merecieron una investigación a fondo. Ni siquiera su viuda, Yoko Ono, quiso gastar ni un solo dólar en una labor que sabía de antemano iba a ser torpedeada desde instancias inalcanzables para ella. Habría de esperar a que un Oliver Stone obtuviera el permiso correspondiente para abrir la caja de Pandora que se oculta en todos los despachos del FBI, y comenzar el rodaje de JWL (John Winston Lennon) donde desmostrara, como en JFK, que el magnicidio de Dallas no fue obra de un procastrista norteamericano.  Desde que era Beatle, tanto John como el hoy flamante Sir Paul Mac Cartney, no ocultaron sus simpatías por los movimientos de liberación del territorio de Irlanda del Norte (Get Back Ireland to the Irish, Sunday Bloody Sunday), pero de ahí a afirmar que financiaban las acciones del IRA hay un enorme abismo, tan grande como la intención de acabar de una vez con la leyenda del John Lennon paficista a ultranza, soñador y romántico.  

Tal vez al FBI no le convenga recordar que en 1916 el Gobierno británico condenó a muerte a Eamon de Valera, posteriormente primer ministro de Irlanda hasta 1959 y Presidente de la República ese mismo año, o que actores y directores como John Wayne, Maureen O’Hara o John Ford (todos de ascendencia irlandesa), simpatizaban abiertamente con el Sinn Feinn y aportaban para la causa republicana miles de dólares. Pero, naturalmente, los protagonistas de películas como El Hombre Tranquilo no deben ser investigados”.

 

Hace veintiséis años, John era un personaje desleal en las listas negras del Gobierno de USA. Hoy, de haber sobrevivido, estaría en las de “peligrosos terroristas”. Porque defendía la paz, porque apoyaba a los trabajadores, porque combatía contra la injusticia, porque denunciaba las bestialidades yanquis en Vietnam, porque comprendió la lucha de Irlanda del Norte por su total independencia, porque le gritó al mundo que aun faltan muchas “Revolution”...

 

Cada vez que escucho a Bush lanzando el epíteto a diestro y siniestro, como a su colega intelectual Aznar, para definir la lucha de la guerrilla en Latinoamérica, a los militantes de Hezbolá, al pueblo palestino, a los vascos abertzales, a los independentistas corsos, a la resistencia iraquí, a los cinco héroes cubanos prisioneros en cárceles de USA precisamente por ser antiterroristas, etc., pienso en cómo esos mismos personajes, con el silencio cómplice de muchos gobiernos de la Comunidad Levinsky (o sea, la europea) se pasan la vida protegiendo a demócratas como Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Santiago Alvarez, Pedro García Remón, Tony Blair o Silvio Berlusconi, sin que se les asome un mínimo rubor en las mejillas.

 

 Por eso afirmo que, en ese estado de cosas, John Lennon era un terrorista. Y yo también. Y a mucha honra.

 

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