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Viv@Fidel

AÑORANZA POR LA CONGA

AÑORANZA POR LA CONGA

Una corneta china suena de repente en la casa del vecino. Joder, parece una tenora catalana, me digo a mí mismo. A los 20 segundos se escucha una percusión, luego metales desarrollando un ritmo al que no puedo sustraerme. Me levanto de la cama justo cuando el solista me informa de que “Micaela se fue pa’ otra tierra buscando caminos”. De repente, un coro de voces completa la información. Y cuando menos lo esperaba, ¡ una sección de cuerda toma el protagonismo envolviendo la historia ¡ Y aquello iba in crescendo. Y yo, bailando sobre el lecho. Todo esto me sucedió en una tibia mañana de Diciembre de 2005. Hoy, cuando ya el tema está en boca de todo el Caribe, me alegra saber que aquel día llegué a mi trabajo diciendo: “Acabo de escuchar la canción más importante de los últimos tres años”.Desde hace más de seis meses, el tema “Añoranza por la conga” está arrasando en la isla del ritmo eterno. Su autor, el músico santiaguero Ricardo Leyva es, además director del grupo Sur Caribe, responsable de esa canción, la más interpretada hoy en las calles de Cuba por todo tipo de personas. No hay niño, joven, adulto o anciano (y en femenino también) que no sepan de memoria la breve y emotiva historia de esa cubana llamada Micaela.  Ricardo (Santiago de Cuba, 1959) fue desde chaval un prodigio musical, luchando contra un ambiente en el que, por paradójico que pueda parecer, no existían raíces artísticas. Estudió en la Academia Naval de La Habana donde, al fin, un maestro como Norman Milanés, director de la Banda de la Marina, se aviene a darle las primeras clases que continúa en el Conservatorio Ignacio Piñeiro, el del Septeto famoso. Al regresar a su tierra natal, Leyva ya tiene decidido su futuro, trabajando de forma durísima hasta conseguir ser Director del “Conjunto Sur Caribe” (1987) que hoy, discográficamente, es el rey del ritmo en estos cálidos parajes. Desde aquellos años no se ha detenido en su búsqueda de un territorio que no se hallara tan pisoteado como la llamada “salsa” (espantoso y vulgar término inventado en USA), experimentando con todo tipo de arreglos y sonoridades (“Con Tó’” en 2002, o “Caminando”, dos años después) hasta llegar a estas “Credenciales” (2005) en las que el carné de Micaela pasa de mano en mano tratando de adivinar su paradero.           Desde esas navidades del 2005, indagué todo lo que pude hasta dar con el disco, cosa que me supuso algunos quebraderos de cabeza que hoy doy por buenos. Lo que me atraía de esa “Añoranza por la conga” era algo más que el poderoso influjo del tempo, o los coros respondiendo al solista que narra la historia, sino los formidables arreglos de cuerda que ensamblaban con el resto de la banda de manera insólita. Qué trabajo tan exquisito, qué inteligencia musical y qué singular atrevimiento el de Leyva, señores.            Los habituales lectores de esta sección, en la que viven normalmente nombres dorados de la historia de la música popular o estilos musicales arraigados desde hace siglos, habrán alucinado en colores al leer el titular de esta reseña, pero viviendo en La Habana, digo yo que es más que comprensible que, por una vez, y para que sirva de precedente (porque voy a repetir), hable de algo tan reconfortante y sorprendente como esta canción que ya es un emblema nacional.  

En el festejo del 1º de Mayo en Santiago de Cuba, medio millón de asistentes, entre los que se encontraban autoridades del gobierno y de las Fuerzas Armadas, bailaron al compás de la “Añoranza...” celebrando el Día de los Trabajadores. Fue impresionante. Orgullo revolucionario, dignidad, solidaridad, patriotismo y desafío al asesino Bush, se palparon con tanta fuerza como la diversión y la alegría que se desplegaron en la villa desde bien entrada la madrugada.

 Ricardo Leyva y sus Credenciales han merecido decenas de comentarios en la prensa nacional, donde se han escrito cosas como esta:  “Vale destacar también las letras de las canciones incluidas en  "Credenciales" firmadas en su totalidad por Ricardo Leyva. Reafirmación de nuestra identidad, un fuerte sentimiento de pertenencia y añoranza por la ciudad de Santiago de Cuba o situaciones y personajes de la vida cotidiana tratados con gracia y desenfado, caracterizan esos textos que por momentos nos hacen recordar a otros creadores, que por demás admiran el trabajo de Leyva, dígase César "Pupy" Pedroso cuyas palabras de elogio están presentes en el disco, admirándose sobre todo de "la originalidad en las interpretaciones y orquestaciones". Y dígase Juan Formell y Los Van Van, pero esto no es de extrañar, ya Ricardo Leyva ha confesado en otras oportunidades la enorme influencia que este músico y la legendaria orquesta han ejercido sobre su labor creativa”. (Ileana Rodríguez) O este párrafo de Luis Ríos Vega en la revista “Tropicana”:  “La huella del tiempo marca la sonoridad de nuestra música, y esta presente en el desarrollo y las perspectiva de muchas de nuestras agrupaciones, de ahí que no resulte extraño que Ricardo Leyva entregue un producto que, si bien marca pautas, no se desentiende de nuestras raíces; lo comprobamos escuchando Mis credenciales, el nuevo disco de Sur Caribe, que nos coloca ante la capacidad integradora de un músico que fundiendo dos mundos sonoros, que siempre han buscado diferenciar (lo sinfónico y lo autóctono), hace que estos se descubran y complementen, dando como resultado un universo musical donde señorea un arte especial de fusionar sin traicionar valores. 

          Y como remate, estas palabras del propio autor, referidas a la conga, ese ritmo que yo creía perdido entre las mangas floridas de los Lecuona Cuban Boys, hace ya más de 50 años.

           “Primeramente, como músico diré que la conga es un fenómeno musical muy antiguo. Sabemos las vertientes que dieron como resultado la conga, que es anterior al son, y tiene una influencia africana muy fuerte. Una de las primeras razones por las que se dio a conocer fue porque la gente, los negros, podían disfrutar de los tambores caminando, o sea, sacaron los tambores de los barracones donde se hacían los rituales y los llevaron a la calle, y con marchas muy rítmicas empezaron a trasladarse de un lugar a otro de la ciudad, diciendo cosas en yoruba, en su lengua. Ese es el inicio. Ya por supuesto los años pasaron y las congas cambiaron, y es la que tenemos hoy, un género genuinamente cubano. La conga santiaguera es diferente, hay comparsas y congas, pero la santiaguera tiene elementos rítmicos que la distinguen como género, como estilo, como propuesta y manera de manifestarse. Yo nací en un barrio conguero. La conga para mí es una tribuna donde siempre he podido escuchar todo tipo de coros. La gente, al igual que yo, dice lo que quiere en la conga, está muy atada a celebraciones que se hacen todos los años en Santiago de Cuba. Recuerdo mis años de niñez y adolescencia, esperábamos los ensayos de las congas, las comparsas, los carnavales y, por supuesto, eso ha influido mucho en mí como persona. La conga es única para mí como medio de expresión. Las cosas que se hacen y se dicen en una conga solamente se pueden hacer en ella. Primeramente, es uno de los pocos géneros en que comienzas a bailar en un lugar y terminas en otro. Segundo, no hay reglas, tú puedes corear lo que tú quieras, el tema que quieras lo puedes abordar dentro de este marco musical. En los carnavales se olvidan un poco las rencillas. Cuando sale la conga la gente se olvida de todo, todo el mundo se pone a arrollar con su chancleta y su toalla. Eso para mí es la conga.   (Extraído de una entrevista de Mireya Castañeda en el periódico Granma Internacional) 

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