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Viv@Fidel

Comunidad de vecinos europeos S.A.

Comunidad de vecinos europeos S.A.
A estas alturas del partido son muchos los ingenuos que aún creen que la democracia existe en el primer mundo. Sin duda alguna más del 50%, que es la cifra habitual de participación en las consultas en que la población ha tenido a bien ejercitar su derecho al voto. Pero esos millones de ciudadanos parece que aún no han caído en la cuenta de que en un referéndum  (sobre todo en España), el presidente y sus ministros NO se vinculan al resultado, cualquiera que este fuese (OTAN, Europa, etc.). Ergo, la voluntad popular queda violentada por decisión partidista. Curiosa interpretación de la democracia.
Por eso, de vez en cuando, el ejecutivo entretiene al personal, cada equis años, para que juegue a introducir un papelito en las urnas, y  elija un buen o pésimo jefe de gobierno, alcalde,  presidente de una comunidad o de lo que le venga en gana al que mande, ya fuera en la universidad, en un colegio de Médicos o un sindicato. En Comisiones Obreras, por ejemplo, ya saben lo que es tener que soportar a un secretario mentiroso, que nunca se consideró a sí mismo como trabajador (Antonio Gutiérrez, aquel que jurara “no entraré jamás en política”, que hoy milita y gana un buen dinero en el PSOE), y luego a un peculiar doctor, al que incluso le divierte castrar las pocas conquistas laborales obtenidas desde 1979 (José María Fidalgo, más cerca de la gran patronal que el propio José María Aznar). El secreto es que, antes de que el ciudadano ejercite el voto en las urnas, un grupo reducido de demócratas a lo Francisco Franco ya ha elegido los candidatos que le da la real gana.

Es una buena muestra de lo que suele acontecer en esos colectivos llamados partidos políticos, por cuya existencia pelearon miles de hombres y mujeres durante los turbios tiempos de la dictadura, pero cuyas mentiras, traiciones y claudicaciones varias, a lo largo de sus más de 25 años de existencia, han sido tan abominables y repugnantes, que en el  2006 se puede afirmar que, además de que la militancia haya descendido en más del 50 por ciento, la confianza de la sociedad en ellos no ha hecho otra cosa que ir hacia abajo con la misma velocidad con que suben los precios. Las causas pueden ser muchas, pero la más espectacular, aunque bien disimulada (sobre todo por los medios de comunicación, salvo excepciones de todos conocidas, que siguen siendo cerrados, perseguidos y multados) es que lo político se ha entregado en bandeja de plata a cientos de empresarios, entre los que destacan, cómo no, los Cuatro Banqueros Jineteros del Apocalipsis.

Las leyes que se han dictado en el Parlamento español a lo largo de este ensayo para la democracia, han ido beneficiando inexorablemente a quienes invierten dinero (desde fuera y dentro) para obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, así como atropellar todo atisbo de participación ciudadana contraria a sus manejos y tropelías. Los derechos del trabajador han sido cercenados de forma paulatina, pero constante; las pensiones reducidas lentamente, pero con firmeza; los beneficios fiscales de los poderosos han aumentado en millones de euros, y las amnistías que Hacienda dicta, en connivencia con Justicia, son tan escandalosas como descaradas, ya que siempre afectan a grandes apellidos, a familiar enriquecidas durante y tras el franquismo. No hay excepciones, aunque existan algunos ladrones de guante blanco encarcelados, que no están allí sólo por haber sido descubiertos in fraganti, sino porque se negaron a repartir el botín, el inmenso Botín, con aquellos que les habían encumbrado al poder económico.

¿Qué puede decir el ciudadano Juan Carlos de Borbón, sobre su profunda amistad con delincuentes como los Albertos, Prado y Colón de Carvajal, de la Rosa, y otros? ¿Qué tiene que argumentar el ciudadano Borbón, acerca de la denuncia, no admitida a trámite, contra su excelsa persona, por apropiación indebida, que el ciudadano Jaume D’ Urgell tuvo a bien presentar en los Juzgados de Madrid, aunque aquél, según la Constitución, no puede ser imputado por ningún delito? Entonces, ¿cómo se puede ser Rey de un país, afirmar que defiende la democracia y la igualdad, sabiéndose libre para delinquir cuando le venga en gana, sin que la Justicia pueda actuar en su contra? Pero qué mas da, si aunque no disfrutara de esa prebenda, sería en extremo impensable que nadie, excepto insólitos ciudadanos como D’Urgell, se disponga a utilizar la vía judicial, sabiendo que la esperanza en un tribunal justo e imparcial es la misma que tienen los únicos presos políticos que existen en Cuba, es decir, los que se pudren día a día en la ilegal base yanqui de Guantánamo, con la complicidad de todo ese primer mundo, tan demócrata; ése que calla vergonzantemente, ésa Comunidad de Vecinos Europeos, Sociedad Anónima.

Hoy da lo mismo decir España S.A., que Polonia Sociedad Limitada, porque tras la caída del muro de Berlín no existen las naciones. Los ladrillos que formaban aquella barrera se han utilizado, multiplicados por mil, en las que hoy se levantan en las fronteras de USA con México, o en las del Reich Sionista que gobierna Israel, donde estoy seguro existen miles de judíos de buen corazón, intelectuales, profesionales y políticos, abominan de la Ley del Talión. El gobierno israelí, con el apoyo yanqui, además de la venia y sonrisa europea, ya no cumplen a rajatabla aquello de ojo por ojo, sino que en su miserable interpretación del Talmud, leen: soldado raptado, pueblo arrasado.

¿Por qué ese otro muro de silencio, ante las insultantes murallas que hoy levantan los dueños del oro y el petróleo? No cabe más ingenuidad, o mayor hipocresía, si es que se mira a otro lado al oír la pregunta. La respuesta es obvia: no existen cuestiones políticas, sino económicas, y éstas las dictan los amos del mundo, los multimillonarios que, lógicamente, no gustan de regímenes donde el socialismo es auténtico, sino de gobiernos leales a la economía de mercado, al neoliberalismo salvaje, a la renuncia constante del principio de libertad, igualdad y fraternidad.

No creo en esa Europa democrática, porque no ha hecho otra cosa que demostrar su salvajismo en los momentos en los que había que demostrar que debe ser el pueblo quien ordene, y no los mercaderes. Y hace pocos años, el pueblo ordenó, de forma alta y clara:
DETENGAN LA GUERRA.

No creo en esa Europa comunitaria, porque es, insisto, una Europa S.A., una multinacional que no es un conjunto de países, de pueblos unidos en un esfuerzo común por la paz y la concordia, sino un entramado de supermercados donde la policía y el ejército actúan al servicio de los banqueros, donde los políticos son sobornados indefectiblemente para seguir permitiendo que mueran los inocentes, donde los diputados se mezclan alegremente con el empresariado, mientras las bombas destrozan a los pueblos empobrecidos.

No creo en ese viejo continente que ha abandonado todos los conceptos por los que luchó en la II Guerra Mundial. Y el más traicionado fue el de derrotar al nazismo. Millones de seres, desde Nueva York a Moscú, entregaron su vida por la democracia, la libertad y la coexistencia pacífica. Pero llegaron los mercaderes y descubrieron que Hitler no era tan satánico porque, ante todo, fue anticomunista.

Por eso afirmo que Hitler no ha muerto: reside cómodamente en EEUU, duerme en Europa, come y asesina en Oriente Medio, pero le estamos jodiendo, y muy bien, en América Latina.

Que quede bien clarito que aquí, en Cuba, desde el 1º de Enero de 1.959, el pueblo comenzó a ordenar. Y esa voz ya se ha impuesto en Venezuela y Bolivia. Es el clamor de quienes piden la paz, de aquellos que están en contra del alarido de los mercaderes que exigen más sangre.

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