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Viv@Fidel

The long and winding road (dedicado al ex pensador Fernando Savater)

The long and winding road (dedicado al ex pensador Fernando Savater) El largo y sinuoso camino que el enfermo Savater se ha inventado, tiene un final aterrador que ni él mismo es capaz de adivinar. En ese trayecto hacia el abismo, el otrora brillante pensador se lanza a una carrera de fondo sin ver el gris horizonte que le aguarda. Es aún peor, camina a zancadas mirando hacia atrás para sonreír a los que le siguen; pobres criaturas que creen tener delante a un nuevo Colón que les llevará a la tierra de la concordia, cruzando las poderosas corrientes del odio, la venganza, el desprecio y la mentira, que es donde naufragarán antes de arribar a las costas prometidas.

El enfermo imaginativo que hoy encarna el ex pensador, ya no tiene cura. No hay antídoto contra esa locura trabajada a fondo en las letrinas de Aznar y el Pacto Antiterrorista, que hoy, mira por dónde, agoniza lentamente mientras los descendientes de Hitler van a reunirse en Río de Janeiro para dibujar un mapa en el que Cuba y Venezuela desaparezcan para siempre. No les mueve la ética, ni el raciocinio, la bondad o la esperanza. Su motor ruge de ira porque otros no abandonan las utopías, porque hay millones de seres humanos que saben que, por encima de las hoces y martillos, de las estrellas y las barras, las franjas de colores y las medias lunas, los soles y las armas, hay un espasmo general, una nueva náusea, provocada por esa actitud de sumisión ante el Imperio del César norteamericano.

Los llamados intelectuales de pensamiento blando se han rendido y no soportan la visión de quienes no quieren renunciar a la batalla verbal, a la razón y a la defensa de la democracia real. Esos ex filósofos, españoles o franceses, italianos o alemanes, no constatan nada con sus diatribas rabiosas excepto su propio fracaso, su miseria moral. Dicen colocarse frente a los terroristas, pero no tiemblan ni se detienen ante la tortura más abyecta. Sencillamente, miran hacia otro lado. Y lo que no se ve, no existe. Es la anti – fe, un nuevo producto del siglo XXI para combatir la esperanza.

Savater bien podría ser ahora mismo un fiel guardián de un campo de concentración, en Guantánamo o en Jerusalén, Bagdad o Kabul, un Millán Astray de la Facultad de Filosofía del País Vasco Y en ese sueño imagina que bajo su mirada desfilan, arrepentidos y famélicos, todos los enemigos de la civilización occidental. O sea, los que aman la inteligencia.

Los últimos vestigios de racionalidad de Fernando Savater se darán cuando opte por imitar a Sócrates y termine de soltar lo que le queda de bilis ratificando la frase del clásico: el filósofo debe acudir gozoso a la muerte... cerebral, se supone.

 


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