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Viv@Fidel

¿Dónde estás Osama?

¿Dónde estás Osama?

Osama Ben Laden, señalado por George W.Bush como la mano ejecutora de los terribles atentados en las Torres Gemelas, hace tiempo que no se molesta en grabar uno de sus habituales mensajes videográficos. “¡Qué cosa más rara…¡”, comentamos varios compañeros en las cálidas tertulias de mi Habana del alma. El archimillonario saudita, que jurara odio eterno a los norteamericanos, ha entrado en un sospechoso mutis roto de cuando en vez por atentados como los de Jordania, aunque siempre resulta que las informaciones no señalan al buscadísimo integrista como responsable directo, sino a las decenas de organizaciones islámicas que disponen de comandos suicidas dispuestos al sacrificio más absoluto: la entrega de su propia vida. Y es que eso que se ha dado en bautizar como Al Qaeda debe ser como un Octopus a lo “20.000 leguas de viaje submarino”, cuando no una Hidra ávida de muerte y caos allá donde se respire ese inconfundible aroma yanqui (israelí), que tanto atrae a las moscas. Pero el moscón más peligroso no es el barbudo islamista. Hay otros que están muy interesados en su picadura, que trabajan en Wall Street y son avisados cuando alguien va a colocar una bomba.
         Y hablando de dípteros, el que firma está un pelin mosqueado con tanto silencio y tantas coincidencias; así que no dejan de ser pertinentes las preguntas: ¿A quien benefician los atentados de Ammán? ¿A quien le interesa una escalada de la violencia social en Europa? ¿Quién obtiene beneficios de todo tipo tras la masacre del Metro londinense? ¿Quién ordenó colocar los siniestros artefactos que causaron tanta muerte en la madrileña estación de Atocha? ¿A quienes interesa sembrar el pánico? ¿Quién utiliza el terrorismo, el integrismo islámico o cristiano, para justificar medidas de control tan brutales como las que hoy son vigentes en EEUU, quieren implantarse en Gran Bretaña o pudieran ser legalizadas en España, donde ya se dio el primer paso con la Ley de Partidos Políticos?. La violencia, en todas sus formas, sólo interesa a los reaccionarios, para inventar y justificar medidas de control inimaginables hace sólo dos décadas.
         Durante la brutal represión franquista (jamás condenada por el Parlamento español, y menos aún por el monarca Juan Carlos de Borbón), que hasta Amnistía Internacional ha considerado oportuno sacar a la luz en estos últimos días, era habitual la presencia de submarinos dentro de las células comunistas, con el lógico objetivo de cazar brujas de forma sencilla, exactamente igual que ese servidor de las Fuerzas de Seguridad españolas que recientemente fue atrapado como tal, aunque su trabajo se desarrollaba dentro de un colectivo radikal con K, comunista y, cómo no, antifascista. Como aquel al que me dirigí durante un concierto de Lluis Llach, para decirle: “¿Tu eres policía, no?”. Su rostro palideció y yo continué: “Es que eres el que más grita, a destiempo, lo de Amnistía y Libertad”. Huyó como alma que lleva el diablo.
         Nadie va a poder demostrar, porque no habrá datos fehacientes ni saldrán a la luz pública hasta 30 años después de la muerte de Bush padre, que George W. es culpable directo o indirecto de las miles y miles de muertes que se han producido en Nueva York, Madrid, Bagdad o Kabul, Ammán o Bali, Casablanca o Londres, en atentados o invasiones armadas, pero, eso sí, con bombas de todo tipo, químicas, bacteriólogicas o de destrucción masiva. Como el cineasta cubano Santiago Alvarez, que acusara subliminalmente (con un corto magistral llamado L.B.J.) a Lyndon B. Johnson del atentado contra Joseph Kennedy, tengo la certeza de que el asesino que se sienta en el despacho oval de la Casa Blanca, es un perfecto idiota (en el sentido más griego del término, o sea, el que no conoce letras), al servicio de los intereses del gran colectivo empresarial petrolero, movido como un pelele mientras los hilos son manipulados por anónimos terroristas que trabajan a destajo en la CIA o el FBI.
         Nadie mejor que un mediocre para actuar como marioneta. (¿No es cierto, José Maria Aznar? A este respecto debo llamar la atención a José Luis Rodríguez Zapatero cuando sale en defensa de las medidas excepcionales adoptadas por la autoridad francesa, sin poner ni un pero). La democracia, al parecer, se ha quitado la careta. La fuerza de la razón ha sido destronada para siempre. Y democráticamente, faltaría más, van a meter en prisión a cualquier ciudadano que sea sospechoso (por sus miradas o vestimenta, digo yo) de pertenecer a una banda violenta. La kale borroka parisina se extiende a varias capitales europeas, provocada sin duda por la precariedad, la inseguridad, el hambre y la desesperación de los miles de inmigrantes que han llegado al primer mundo en busca de una vida mejor. Pero ¿quién aprovecha el estallido social? ¿Quién saca fruto de esa situación? La izquierda no desde luego. Jean Marie Le Pen debe estar en estos momentos frotándose las manos, además de por el reciente cambio político alemán, porque millones de ciudadanos franceses serán manipulados mediáticamente con las imágenes de los desmanes que se han producido en la Ciudad de la Luz, hoy de las hogueras callejeras, el grito, la detención, el estado de excepción, el caos. La derecha se dispone a gobernar la nación donde los derechos del hombre cobraron vida, lo que animará aún más al asesino de la Casa Blanca para que dé otra vuelta de rosca a sus ansias de dominio universal, cueste las vidas que cueste.
         No es raro en absoluto deducir que el miedo general que atraviesan el primer, el segundo y el tercer mundo, es todo menos producto de la casualidad. No es un contubernio judeo-estadounidense. Pero pudiera ser, simplemente, una genial operación maquinada por el Mossad y la CIA. Jamás en la historia reciente se han dado tantos detalles para inferir que  la mano que aprieta no está escondida en una cueva de Afganistán. Y ya que Osama Ben Laden no aparece, cabe preguntarse: ¿Dónde le tiene oculto George W.Bush?.
         Quiero recordar que otro Osama, llamado Luis Posada Carriles, anda suelto y protegido por el presidente estadounidense. Quiero recordar que cinco luchadores anti-terroristas cubanos continúan encerrados en prisiones yanquis. Quiero recordar que en Guantánamo siguen siendo torturados centenares de inocentes, cuyo único delito es haber sido capturados por el ejército de Bush. Quiero recordar que la mafia cubano-americana está tras el asesinato del Fiscal venezolano Danilo Anderson. Quiero recordar que la CIA no se detiene en su afán por matar a Hugo Chávez. Quiero recordar que los gobiernos de EEUU apoyaron las masacres de dictadores sangrientos como Videla, Pinochet, Batista, Duvalier, Franco, Marcos, Mohamed V, Stroessner o Salazar. Quiero recordar que los soldados estadounidenses no pueden ser juzgados por delitos cometidos fuera de su país. Quiero recordar que se sigue matando a niños, mujeres y ancianos en Irak, o que el asesinato de José Couso sigue impune, aún sabiendo quién fue el culpable. Quiero recordar que Falsimedia (El Pais, Canal Plus, Canal 4, etc.) tiene una profunda amnesia voluntaria. Por eso es necesario recordar también las palabras de mi colega y amigo Pascual Serrano:
Los grandes medios no son cómplices del terrorismo, del mismo modo que EEUU o los grandes grupos económicos tampoco son cómplices del terrorismo. Y digo que no son cómplices porque ellos son el terrorismo”.
         Y estoy seguro de que cuando Irak quede definitivamente liberado, Bush y Osama se mirarán tiernamente mientras uno de ellos dice:  “Siempre tendremos París”.

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