¿Se busca la paz o la rendicion de ETA?
Que en 1979 fuera el Código Penal el arma con la que se controlara y, en su caso, se penalizara una determinada actividad, presuntamente delictiva, de uno o varios militantes y/o representantes de un partido legalizado, y casi treinta años más tarde se haya optado por tal artimaña anticonstitucional, no deja de ser el mayor sarcasmo sobre esa pretendida salud democrática de la sociedad española.
Está más que demostrado que la dilación exagerada en el comienzo de las conversaciones con lo que quede de ETA, sin o con la presencia de representantes de una formación política que debería ser tan legal como el PSOE (el PP debería en todo caso responder por su apología del terrorismo franquista), o sea Herri Batasuna, Batasuna o Euskal Herritarrok, no se debe a ningún otro motivo que a la más que pensable y sesgada intervención la más alta autoridad del estado en ese delicado asunto, o lo que es lo mismo, por el subliminal control político de las Fuerzas Armadas en tal cuestión. Porque no es el PSOE, ni el Ministro del Interior, ni siquiera Zapatero quienes pueden comenzar el diálogo. Ellos sólo acatan órdenes. No olvidemos que Franco ganó la batalla, que quienes combatieron por la libertad son aún delincuentes, condenados en juicios por tribunales ilegales y fascistas, que Zapatero se niega anular en nombre de una más que repugnante asimilación de esa victoria de la España única, grande y libre. En este asunto de la paz no ordena el pueblo. Mandan los sables.
Por eso quiero decir y afirmo, que todas las iniciativas para encaminar las conversaciones hacia la meta que significa el encuentro de una solución al conflicto vasco con los estados español y francés, han sido dadas únicamente por Batasuna y su entorno, por sus estúpidamente ilegalizados líderes, o lo que es lo mismo, por buena parte de la ciudadanía de aquella nación, que votaba aquella opción política; y lo volverá a hacer en pocos meses, porque la historia sólo puede ir hacia atrás durante un tiempo breve.
Pero lo más vergonzoso no es ya el inmaduro silencio sobre esas conversaciones, que desea y apoya más de la mitad del pueblo español (ahí están las encuestas a las que tanto se aferra el Gobierno cuando le conviene), sino la actitud de los dirigentes de dos partidos políticos vascos: concretamente el PNV o EA (los otros ni se me ocurre mentarlos) que han elegido la vía del avestruz para encararse con el nuevo escenario.
Ante la huelga de hambre de Iñaki de Juana Chaos, la callada por respuesta. Ante la tozuda y persistente dispersión de los presos vascos, el mutis por el foro. Ante las manifestaciones por los derechos de estos reclusos, la violencia de la policía autonómica. Esa cobardía política ha de ser castigada por el electorado. Y el tiempo se encargará de ello, porque, insisto, no se puede engañar a un pueblo todo el tiempo. Y llevamos ya más de 70 años soportando la mentira, el engaño, la simulación y el silencio.
La sinrazón más infantil, pero por encima de todo la inmadurez política, la mediocridad y la cobardía más triste, brillan en las palabras vacías y carentes de toda voluntad que pronunciaba Zapatero a un periodista alemán, contestando a la pregunta de siempre, que yo formularía de la siguiente manera:
- ¿Se puede saber de una pajolera vez, señor presidente del gobierno español, cuando van a comenzar las conversaciones con ETA que marquen el principio del fin de la violencia?
Como Zapatero quedaría mudo, esperando que le chivaran la respuesta desde la Zarzuela o desde las mismas entrañas de la Asociación para el Mantenimiento de la Venganza, que es a donde se mira cuando hay miedo de dar un paso decidido y valiente, aprovecharía para hacerle una segunda:
- ¿Podría decirnos cuando va a hacer política en serio y no como hasta ahora que trata de que todos salgan descontentos y ninguno satisfecho?
Como ZP continuaría mirando una foto de la espléndida catedral de León, porque este abogado es ante todo patriota y sensible al arte, me decidiría por formularle otra cuestión más:
- ¿Hasta cuando se va a permitir que el país lo manejen los uniformes? ¿No cree que ya es hora de que las Fuerzas Desarmadas, o sea, los civiles, sean quienes ordenen a las otras, las que disponen de tanques y aviones, y no al revés?
La cara de pasmo que suele tener el tal Zapatero, seria hasta un ejercicio de interpretación a lo Actor’s Studio, cuando escuchara una nueva pregunta:
- ¿Sabe que muchos españoles sospechan que el Ejército quiere la rendición de ETA y que éste prohíbe cualquier conversación que suponga contrapartida alguna?
Y al verlo en el suelo, exánime, con la misma cara de Felipe González ante una pregunta sobre los logaritmos neperianos, le ofrecería un vino del Bierzo, una palmadita en el hombro y una frase cariñosa:
- Mira, José Luis, vuelve a León, regresa con tus amigos de la infancia, tómate un asueto de varios años, y deja la política al pueblo, a ese pueblo español que nunca ha decidido nada, y que no merece ese trato.
Con la política que desarrolla el PSOE Valdés, basada en la constante humillación de los verdaderos demócratas, siempre tendrá la última palabra esa España fundamentalista, amante de la sangre, de la violencia en las cárceles, de la bestialidad policial, esa España que se proclama generosa y cristiana, pero que no es sino soberbia, egoísta y católico-fascista-apostólico-romana.
Está meridianamente claro que hay dos Españas. Pero por desgracia sólo gobierna la de siempre: la más cobarde, inútil, inculta y vengativa.
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