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Viv@Fidel

¿La Madre Patria?

¿La Madre Patria?

Hace algunos meses, un representante del PSOE llamado José Blanco, tras una extensa reunión del lehendakari con miembros de la izquierda abertzale, declaraba sin que el rubor apareciera en su rostro que “Ibarretxe no se ha reunido con Batasuna, sino con Otegui”, para salir al paso de las habituales descalificaciones políticas que una fascista del calibre de Maria San Gil acostumbra a soltar por la boca, insultando a la inteligencia con el mismo descaro que el siniestro Felipe González, a su vez amigo intimo del televisivo Jesús Quintero, quien ahora está bastante afectado por la detención de un tipo muy allegado a él, que resulta ser uno de los delincuentes mas connotados de la Marbella de siempre. ¡Pobre Loco de la Colina¡… Y es que él, en su paraíso terrenal, aún no se ha dado cuenta de que algo huele a podrido en Sevilla, desde que sus amigos del PSOE colocaron las posaderas en el Palacio de la Moncloa, dejando allá toda la hez y llevándose la mayor parte del papel higiénico.

Para tirar de la manta en esa maravillosa tierra andaluza hacen falta muchos millones, y un par de... Pocos parecen estar interesados en que se vean absolutamente desnudas las miserias, corrupciones, estafas y crímenes de todo tipo que han salido tímidamente a la luz, pero jamás se detenía a los verdaderos culpables, sino a los infelices de siempre. ¿Verdad, Pedro J. Ramírez?               

Es más que obvio que el País Vasco necesita la paz con urgencia, y para discutir sobre ello sobran únicamente quienes vomitan venganza y rabia, crueldad y frustración, ante el nuevo escenario que se ha abierto en Euskalherría. A espíritus formados en el rencor (¿verdad, Garzón, Grande Marlaska, Rajoy, Gabriel Albiac, Zaplana, Gustavo Bueno, Fernando Savater?) no les mueve ningún deseo de normalización democrática, sino la simple, sibilina y subliminal voluntad de torturar y encarcelar de por vida a cualquier militante abertzale, haya sido o no procesado por delito de pertenecía a banda armada. Eso sí, alguno de ellos asegura saber algo de ética. Pero conocer, desgraciadamente,  no es ponerla en práctica.

 

          Que yo sepa, en la nunca desparecida Policía Política española, casos como el del repugnante inspector Melitón Manzanas, espléndidamente ejecutado por ETA durante la dictadura de Franco, eran tan habituales que jamás se dio un paso a la hora de procesar a muchos de los delincuentes que formaban ese cuerpo represivo. Habría caído el noventa por ciento de sus miembros. Fue uno de los mayores errores de la maldita transición. De aquellos barros vinieron estos lodos, por lo que hoy pululan jueces sin escrúpulos que se lavan la conciencia buscando a otros asesinos, pero no en el territorio español, sino en la antigua Yugoslavia, Afganistán, Palestina, Chile y Argentina (jamás en Gran Bretaña o USA), como si cazando militares y policías en aquellos países, se pudieran olvidar las brutalidades que aún se cometen en los cuartelillos y comisarías de la puta madre patria, como dicen por Perú y México cuando se alude a  España.

 

          Esa madre patria no es la mía, sino la que mueve a José María Aznar y a sus secuaces para seguir poniendo barreras a la paz en el País Vasco.

 

          Esa madre patria no es la mía, sino la que aún ha sido incapaz de derogar la ley de partidos políticos que inhabilita (jurídica, que no democráticamente) a Batasuna para ejercer su derecho de representatividad.

 

          Esa madre patria no es la mía, sino la que permite que los medios de comunicación lancen todo tipo de mentiras ante la buena voluntad demostrada por los independentistas vascos.

 

          Esa madre patria no es la mía hasta que no cambie de costumbres, hasta que aprenda a ver dónde están los verdaderos enemigos de la paz, de la concordia y el perdón, que son precisamente los chicos y chicas del PP, esos babeantes fascistas que alaban a Franco en la intimidad y se declaran demócratas de toda la vida cuando salen a la calle a pedir venganza y más sangre.

 

          Esa madre patria no es la mía, ni es europea ni lo será jamás, hasta que esos psicópatas, agazapados en esa extrema derecha, sean ilegalizados en base a su constante apología del terrorismo franquista.

 

          Esa madre patria no es la mía, sino la que seguirá poniéndoselo difícil a sus embajadores (Venezuela, Cuba, Bolivia), en cuyas legaciones además de esos representantes estatales, pasean como perros por su casa una serie de espías del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional), que se dedican a conspirar a favor de la reacción más repelente. Intrigantes criminales como los que en su día apoyaron el frustrado golpe contra Chávez, manipuladores que trabajan con los terroristas de Miami para derribar a Castro, agentes con cara de Mortadelo y Filemón que no hacen otra cosa que preparar intentos de golpe de estado, manipulaciones, intrigas y demás estrategias de desgaste, para acabar con cualquier presidente que le plante cara al imperio.

 

          ¿Qué necesidad tiene mi futura República Federal de mantener esa estrategia repugnante, o ese ordenamiento jurídico (verdadero dislate en un país democrático que respetara el sufragio universal), que impide a miles de ciudadanos luchar políticamente por sus anhelos de independería, una vez declarado el alto el fuego por parte de Euskadi Ta Askatasuna?

 

          Solo ocurre lo que ya aconteció en los años setenta, cuando el ejército portugués le dio la lección al español y preparó la revolución más florida de aquella década, luego frustrada y maniatada por los gobernantes británicos y norteamericanos, cuando metieron en prisión a dignos soldados como Otelo Saraiva de Carvalho. Que van con retraso a todos los avances políticos, que no llegan a comprender y aceptar lo que debe ser la libertad.

 

Solo acontece que la madre patria de Aznar, que no la mía,  siempre llega tarde a los conciertos, pendiente de ese motor chulesco llamado “postfranquismo”, que aún no ha desaparecido, sino que es comprendido por ciertos miembros del PSOE que se niegan todavía a condenarlo, prefiriendo, como los jueces inútiles y mentecatos, gastar tiempo y dinero persiguiendo a Pinochet o a Videla, para demostrar cuán progresistas se sienten, y cómo se lavan la conciencia en la sangre ajena. En tanto, su correligionaria Bachelet, cuyo padre padeció hasta la muerte en el Chile fascista, se niega a firmar las leyes que condenarían a los verdugos de su familia, o al asesino de Víctor Jara que se pasea por Santiago como si nunca hubiera hecho nada reprochable.

¿Cabe mayor ignominia, señora presidenta? Aunque tal vez, esa estirada vicepresidenta llamada Maria Teresa Fernández de la Vega también optaría por el mutis, permitiendo al criminal que continuara viviendo en paz y con buen sueldo. Al fin y al cabo se lo han permitido al cubano Raúl Rivero, ese terrorista disfrazado de poeta reprimido y acogido en Madrid como un pobre hombre dedicado al arte.

 

          ¿Qué ordenamiento jurídico es ese que permite la guerra preventiva y el genocidio en masa, que tolera los asesinatos impunes de Arafat y Milosevic, que alienta el terrorismo de estado y permite la tortura indiscriminada? ¿Qué justicia es la que condena al débil, al que nada posee, en detrimento del poderoso? ¿A dónde va esa Europa, injusta y deshonesta, hipócrita y mendaz, sino al desastre?

 

          Qué tiempos tan duros aquellos en los que se comprueba que  aquel Parlamento de 1979 se hablaba un lenguaje mil veces más democrático que en el del 2006.

 Qué tiempos tan curiosos aquellos en los que una mínima objetividad ya te coloca en la izquierda radical, o como decía el clásico, “qué tiempos tan repugnantes aquellos en los que hay que explicar hasta lo obvio”.                                                            

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