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Viv@Fidel

Tarde de agosto en La Habana

Tarde de agosto en La Habana

José Manuel Martín-Medem, ex.corresponsal de RTVE en La Habana hasta hace un año, acostumbraba a ser bastante objetivo en el tratamiento que daba sobre los temas de los que siempre se habla cuando hay que tener a la Perla del Caribe como protagonista. Fue un periodista exquisito, delicado, riguroso y muy profesional. Pero ya me explicará algún día mi amable colega, cómo puede mantener cierta amistad con un delincuente como Raúl Rivero, a no ser que lo tenga como pareja del dominó, ciencia en la que, mira por dónde, no sobresalió jamás ninguno de los dos. Porque a ese paso acaba jugando con Bush, a menos que lo haga para tener la satisfacción de ahorcarle...incluso el nueve doble.








Ya se sabe que, por órdenes de algún reyezuelo (o de Felipe González, o Alfonso Guerra, que prohibió mi presencia en un telediario, o el connotado delincuente José Barrionuevo, o tal vez su dilecto amigo Corcuera, o el mediocre Diego Carcedo, o la mamporrera Maria Antonia Iglesias, o el “progresista” Fernando González Delgado, todos en alguna etapa con cierto poder en el Ente Público), los temas de los que se debe hablar respecto de Cuba son: repetir la palabra dictadura, informar sobre una inexistente desnutrición, destacar un disimulado descontento general, exagerar temas como la prostitucion, etc.

Curioso, porque desde que vine a la isla en 1980, he comprobado que en Cuba hay más participación ciudadana en los asuntos políticos que en los españoles en los últimos setenta años; la alimentación es justa, tal vez poco variada, pero cumple los mínimos exigidos por los organismos internacionales que se ocupan del tema, la gente se distingue por su jolgorio y sonrisa perenne, lo que contrasta con el término descontento, y si en la Habana existen centenares de mujeres que utilizan su cuerpo como medio para obtener dinero, en Madrid existen veintidós mil quinientas prostitutas repartidas entre clubes, centros de masaje, discotecas, hoteles, pisos particulares, parques, paseos, calles céntricas y alrededores (informe del ayuntamiento de 2003), sin contar las amateurs. Por ello, estamos ante un cuadro de hipocresía tan ridículo que causa vergüenza ajena seguir argumentando. En el caso de los periodistas españoles (de la inmensa mayoría) no vale el refrán aquel que hablaba de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno, o al menos, siguiendo con el ojo, el otro que decía: “Si tu ojo se escandaliza, arráncatelo”. Qué pena que no haya ninguno tan cristiano como para seguir la máxima. Ni siquiera Jiménez Losantos se anima a ello, y eso que trabaja para los obispos franquistas.

Parece ser que Vicente Botín, el actual enviado de TVE en la Habana, amigo y compañero de quien firma estas líneas allá en la infancia y ex militante del PCE (juntos entrevistamos a Carrillo en la clandestinidad), está recibiendo todo tipo de mensajes en los que el personal protesta airadamente por sus crónicas habaneras. Estoy convencido de que es un periodista nato, experimentado y honesto, aunque no he visto aún el tratamiento que da a la situación actual en la isla, pero supongo que, por encima de su posible y voluntariosa objetividad, parece muy probable que, tras esas crónicas, se hallen agazapadas las órdenes más rigurosas de palo y tentetieso a los castristas”, además de la censura más vil y rastrera que uno puede imaginar. Censura que aún ejercen y ejercieron esos demócratas del PSOE, desde que FG se alzó con la presidencia, instalando en España el régimen más mediocre, casposo y paleto que uno haya sufrido hasta la llegada del asesino Aznar.

En 1982, desde los pasillos de RTVE salieron “sociatas” como por ensalmo, aunque su origen era la Falange Española y la Sección Femenina (Sotillos, González Delgado, Iglesias), que decidieron hacer de la casa sita en Prado del Rey, un predio, precisamente, sólo para hacer informativamente lo que mandara un Rey, a quien solían acudir con cierta frecuencia para recabar su sabia opinión acerca de cómo tratar a los cabecillas del 23-F o como eludir de forma inteligente que en RTVE no se hablara mal de Franco. Y se prometió y cumplió hasta que yo mismo armé la marimorena en un programa nocturno, riéndome del Caudillo y su Valle de Los Caídos. Lo que ocurre es que al día siguiente, como en el caso de Las Vulpess, el que cayó una vez más fue el que firma este articulo y no el monumento a la bestialidad que significa esa basílica donde huele a crimen, sangre inocente y barbarie. Cosas de la democracia y la libertad de expresión, que durante el mandato del PSOE se conocía como libertad de opresión.

Hay que comprender el miedo de los corresponsales, hay que entender su temor a perder, más que su puesto profesional, el salario mensual con el que abonan la hipoteca. O como decía Eduardo Galeano: “Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo a no encontrar nunca trabajo…”. Pienso, que en una televisión, en una radio, en un diario libre e independiente, quienes tienen la obligación de hablar sobre Cuba, deberían referirse también, y sin manipulaciones, a otros asuntos de más calado, como es el de la educación, el deporte, la sanidad, la vivienda, la alegría dentro de la necesidad, el infame bloqueo asesino que impone el gobierno USA desde hace casi medio siglo, las continuas amenazas de los terroristas como Posada Carriles u Orlando Bosch, y otros asuntos de importancia capital.

Pero los esclavos de los medios de comunicación han de escribir lo que el Jefe de Informativos haya decidido, que es a su vez el vocero del ministro de turno, que viene de recibir ordenes de Zapatero, quien acaba de llegar a la Moncloa de consultar con un señor muy importante sobre cómo se trata el tema de Cuba y de Fidel Castro.

Los corresponsales ponen cara de póquer cuando se les pregunta por aquellos, como José Maria Aznar y su cuadrilla de franquistas asesinos, o esa atlantista del PSOE tan corajuda como Trinidad Jiménez, que visitan sonrientes a la Mafia Terrorista de Miami, que es lo mismo que decir cualquier organismo, privado o publico, financiado por los Mas Canosa y Díaz Balart de turno. Por cierto, esta Trinidad es inenarrable en sus proyectos. Y es que la líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid, en el colmo de las fantasías animadas de ayer y de hoy, va y le encarga a Rosa León (que aspira a ser algún día Concejala de Cultura), productora y autora de canciones infantiles, que, de ganar el PSOE las próximas elecciones municipales, se llevarían espectáculos operísticos al Pozo del Tío Raimundo, un barrio donde la pobreza, la droga, la violencia y el paro se ceban en sus sufridos habitantes, que impotentes escuchan hablar de democracia todos los días, cuando en verdad lo que la pequeña pantalla escupe únicamente es mediocridad y chismorreo. Ya me figuro a los desheredados de La Celsa, o de cualquiera de los suburbios marginales de ese castigado Madrid, huir como alma que lleva el diablo ante la amenaza que para ellos pueden suponer “El Buque Fantasma”, “El Anillo de los Nibelungos” o “Lohengrin”. Sin saberlo, al escuchar tan formidables obras bien pudieran sentir, como Woody Allen afirmaba, “deseos irrefrenables de invadir Polonia”. Ahí es nada el populismo estúpido de la oposición a Esperanza Aguirre: cultura a toneladas, con C mayúscula, para los pobres de la tierra, mucho antes de que puedan disfrutar de una vivienda digna, un trabajo, un salario, una sanidad, educación y una alimentación. Como se ha hecho en la mayor de las Antillas. Ante todo, los primordiales derechos humanos, y luego cultura a borbotones. Como afirmaba Juvenal, en Cuba se hace realidad aquello de Orandum est ut sit mens sana in corpore sano (Hay que pedir que haya una mente sana en un cuerpo sano).

Y ya, dejémonos de estupideces: una sociedad tan culta como la cubana no resistiría impasible una dictadura. Justo lo contrario de la España de Franco, en la que se asesinó a la cultura para que ordenaran los analfabetos. Y aún existen resabios, muchos, de aquella lamentable época que ZP y sus Pusilánimes se niegan a abandonar. Franco continúa dentro de sus leyes... y de sus reyes. No ha valido eso de: Españoles, la guerra ha terminado. Borbón, y cuenta nueva.


Pobres de los españoles, hipnotizados ante esa pantalla por la que se vomitan toda suerte de mentiras acerca del acontecer en el mundo, siempre tamizadas por un profesional de turno que hace las veces de esbirro principal de los Servicios Informativos, donde tan buenos profesionales trabajan calladamente hasta que un E.R.E. (Expediente de Regulación de Empleo) les manda a la calle. Yo tuve la suerte de encontrarme con un gnomo que me avisó hace años de las tropelías que se avecinaban, y salí de aquella casa con la conciencia tranquila y el estigma de rebelde impenitente colgado como escapulario. Y me vine a Cuba, a aprender democracia, dignidad, alegría ante las dificultades, bondad y solidaridad. Soy un comodón y un cobarde, me digo a veces cuando salgo al trabajo caminando por las calles de La Habana. Tenía que haberme quedado en Madrid para seguir luchando contra la caspa.


No soy buen alumno, porque vengo de un país donde el PSOE destrozó las ilusiones de la izquierda, enterró la memoria de las victimas del levantamiento fascista de 1936, enalteció a los asesinos que jalean la Victoria del Caudillo, hundió las utopías, las playas, los adoquines y todo ello, sin que el rubor les subiera a las mejillas, apoyados por medios de comunicación tan potentes, que pueden comprar las conciencias de firmas de cierto renombre en el periodismo y la literatura, por 3.000 euros al mes, y luego utilizar sus razonamientos como pretexto para las más diversas añagazas: defender las matanzas del ejército israelí contra palestinos y libaneses, sirios, jordanos o lo que les venga en gana, comprender a Bush cuando asesina a miles de iraquíes, alentar a quienes atacan a Fidel, a Chávez, a Morales, a todo aquel que se enfrente al Imperio y su concepción global de “Democracia a bombazo limpio”.

En estas tranquilas tardes de agosto, mientras ese hombre ejemplar llamado Fidel Castro se recupera de la intervención, con el pueblo cubano hecho una piña en torno a sus líderes, prometo poner mucha atención en los próximos meses para merecer un aprobado en la asignatura más importante que me ha tocado nunca: defender hasta el final esta Revolución. Una sociedad que me ha enseñado, ante todo, democracia, compañerismo, amistad, solidaridad, afecto, magnanimidad y ¿por qué no?... a cocinar unos frijoles de la rehostia.






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