Un tipo de lo más siniestro, que se dice representante de Jesús en la Tierra, ha armado lógicamente la de Dios es Cristo con unas recientes declaraciones negando la teoría de la evolución darwiniana (a Herr Ratzinger no le gusta que le llamen heredero del primate, sino del primado Pontífice), pero no contento con ellas, se ha descolgado con otras en las que, de forma peyorativa, vierte toda suerte de comentarios insultantes y vejatorios hacia el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, dejando una vez más demostrado, nítida y claramente, que este Papa llamado Benedicto XVI es un perfecto ejemplo de ciudadano iluminado por el Espíritu Santo, ya que no cesa en sus continuas cagadas (de paloma, se entiende, o de pichón, hasta que no se demuestre lo contrario), destinadas a atizar el fuego infernal en las ya castigadas relaciones que existen entre las diversas creencias y deidades. Y más entre cristianos y mahometanos. Al viejo nazi le va la bronca. (Imagen: Dios Padre medita sobre una de las respuestas a C. T.).
Todos los esfuerzos que el bueno de Juan XXIII (una de las excepciones más añoradas en la Iglesia universal), realizara durante su papado para armonizar y hermanar las confesiones del planeta, o promover el respeto y la comprensión ante divinidades tan célebres como Alá, Yahvé, o Jehová, Confucio, Buda, Zoroastro y Changó, lo echa por tierra este malhadado profeta del catolicismo, a quien Dios confunda pronto con un hereje y lo mande al infierno para que purgue sus bravatas.
Profundamente cabreado, me decidí a hacerle una entrevista a un tal Dios Padre, que sin duda debía tener algo que decir al respecto. Según su oficina de prensa, las llamadas al Paraíso han sido tantas, de parte sobre todo del colectivo “Huríes y Monjas unidas” y “Ulemas y Curas por el Matrimonio”, que el buen Señor ha tenido que hacer un alto entre tanta petición, dejando a Insurgente la exclusiva para dar las correspondientes explicaciones que el Vaticano aún no ha querido ofrecer. Ya es sabido que este anciano, o un familiar suyo, no recuerdo bien, dijo eso de “Amad a vuestros enemigos” y uno tiene que aprovechar la ocasión. Total que tras una opípara cena en un restaurante, acompañada de una buena botella de vino tinto y dos copas de ron añejo, me dirigí al Edén para sonsacar al tal Dios Padre unas palabras.
El susodicho me recibe en un humilde despacho de la calle Calvario, flanqueado por dos secretarias o plumíferos ángeles de alas rosadas, que dejaron de volar de inmediato cuando vieron una escopeta de perdigones que llevo siempre conmigo cuando acudo al más allá. Y es que no me gustan las palomas. Las odio. Guiñándoles el ojo, pregunté a uno de ellos, un tal Gabriel (que por cierto llevaba galones de arcángel), si era posible que cerraran las ventanas que daban al purgatorio, porque entraban los alaridos de algunos condenados, lo que suponía una algarabía insoportable, no porque yo me asustase ante el dolor ajeno, sino porque no soporto las quejas de los que allí estaban: unos morosos de mierda, que no habían pagado la cuota esa que todos los párrocos pedían los domingos para las almas pecadoras, y por tanto merecían lo que les estaban dando. Con gesto y mohín de disgusto las cerraron, lo que me hizo pensar en que estos seres son peores que el demonio. Vamos, que les molaba el griterío. Y lo ángeles de la guardia jugando al póker.
Mientras maquillábamos al tal Dios Padre, poniéndole una peluca blanca, una barba a juego y una túnica blanca con reflejos rosáceos, se fundió la cámara de video que llevaba. El halo divino iba a 500 voltios y me jodió todo el sistema, lo que priva a nuestra página de la correspondiente información gráfica. Menos mal que se comprometió a pagarme los desperfectos. Tomé papel y lápiz y me dispuse a la entrevista:
- ¿Qué tiene que decir ante las declaraciones del tal Benedicto XVI que, refiriéndose al Corán, ha vertido una serie de juicios...
El tal Dios Padre me interrumpe:
- Ya sé por dónde vas, Carlitos. Es que este Benedicto es la hostia en verso... Huy, perdón, quería decir que es un caso perdido. Ahora que estaba yo tan ricamente jugando con Alá al dominó, viene el tipo y nos destroza la tarde. Mahoma está con un morro que no veas... Yo creo que se le ha ido la olla, como a casi todos los Papas. ¿Sabes? Con tanto palacio, tanta cena, tanta gala, tantas misas solemnes, pues acaban como se si hubiera metido tres dosis de LSD. Lo malo es que a este no le controlo mucho, ya que me vino recomendado por un presidente judío y tengo que llevarme bien con los antepasados. Ya comprenderás...
- Pero ¿no sería mejor que volviera unos meses a la tierra y pusiera los puntos sobre las íes? La próxima semana esta bestia parda de Benedicto es capaz de defecarse en los Vedas, en los Puranas y en el mismísimo Tora.
- Ahhh... - suspira el tal Dios padre – Quien pudiera ser todopoderoso para quitármelo de en medio, pero mi hijo me plagió hace ya dos mil años todos los trucos que yo había inventado, los metió en una computadora, cambió la clave y me jodió el invento.
Cambié de tercio y pasé a lo más doméstico.
- Oiga, Dios Padre ¿no le parece que los católicos están más despistados que Zapatero en las conversaciones con ETA, y que no saben ya si deben amar al prójimo o a los enemigos, odiar a los amigos o tirarse a las amigas de los demás?
- Se sigue exacto el plan de la Redención, pero realmente muchos de esos creyentes no creen en Cristo. Lo dicen, pero al minuto siguiente, en vez de confiar en Jesús, confían en el dinero o en su poder. Realmente pisotean la Sangre de Cristo. Los paganos me hacen menos daño. Los que más dolor me causan son las personas consagradas que viven peor que paganos. Como este mamón de banquero alemán.
Y de las mejillas del anciano rodaron unas lágrimas de color rosado, y como que se le apagó un poco la voz. (Perdón, que esta frase era de un guión para una crónica en “El Novelón Vaticano”, qué despiste tengo...)
- ¿Qué decías del Vaticano? – preguntó el venerable anciano
- Nada, nada – me excusé como pude – Son cosas mías, perdone su Señoría
- ¡ Qué señoría ni qué nada de nada ¡ - clama con la voz alta y grave – A mí llámame Emmanuel -
Y en ese momento, una señora mayor, con además y gesto de hartazgo, interrumpe la entrevista y dirigiéndose al tal Dios padre le dice:
- Mira, déjate de entrevistas y vete a echarle una bronca al Niño que ya ha vuelto a hacer de las suyas; acaba de apagar todas las calderas del infierno, ha convertido el agua del cielo en ron y se ha cargado la despensa. En vez de pollo y cordero hay mil toneladas de bacalao, así que huele el paraíso a pescado que es una peste.... Y encima dice que va a seguir haciendo lo que le da la gana.
- Ay, Maria de mi alma – clama el Dios Padre con resignación – ya te dije que esas cosas se las digas a San José que yo estoy muy ocupado.
- Pero es que ya sabes que José dice que ese no es hijo suyo, que era de un arcángel de los tuyos que de me echó encima borracho como una cuba – argumentaba con resignación la anciana. Y además, José siempre quiso una niña.
- ¿Te das cuenta, Tena? – protestó el tal Dios Padre - ¿No es para darle una hostia a la vieja? Pues así me tienen hace dos mil años, dos mil. Ya no soporto más. Mañana me hago musulmán y que les den por el saco a los cristianos. Ya me han hartado.
Discretamente salí del Paraíso y regresé a mi apartamento habanero, no sin antes echarle un vistazo al Corán, a la Biblia, al Tora y al último discurso de Bush. Mentiras cortadas por el mismo patrón.
Como decía John Lennon: Dios es la medida de las miserias del hombre. Y su actual representante en la tierra, el delincuente más peligroso, provocador, mendaz e hipócrita de la creación.
3 comentarios
mariano galetti -
Yamira Rondon -
Elías -