inSurGente (Carlos Tena).- No quisiera que se tomara este breve artículo como un ataque frontal al espectáculo taurino, sin ánimo de un análisis profundo acerca de las lacras psicológicas que pudiera padecer sus animadores y fanáticos, sino como un aviso a quienes acuden a la llamada fiesta nacional, bajo el infantil pretexto de que es un arte que tiene sus raíces clavadas en lo más recóndito del alma hispana, de que a las corridas les quedan poco tiempo de banderillas, estoques, verónicas y arrastre. Y a mí, me importaría tan poco como lo que pueda opinar Zapatero sobre la III República.
Ya escribí en su día que los toros, su entorno mediático, sus trampas intelectuales ( en las que siempre se menta a Lorca, Hemingway o Alberti), me aburren tanto como la trayectoria profesional de Maria Teresa Fernández de la Vega (muy ocupada últimamente en posar junto a las ilustrísimas cabecillas de esa banda llamada Iglesia Católica), que pertenece a esa ralea de políticas que asegura sentirse estupendamente viendo la enorme riqueza espiritual, la formidable variedad de culturas de nuestra España, pero cuando lo afirma piensa en la gastronomía y la danza, y no en lo fundamental de esa pluralidad: que un pueblo tiene el derecho a autodeterminarse, ulteriormente a independizarse, y además, desterrar la cruenta fiesta taurina de todos sus territorios.
Hace algunos años (septiembre del 99), el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid tuvo un detalle genial cuando encargó un estudio sobre las "Posibles repercusiones psicológicas de las corridas de toros en niños menores". Las secciones taurinas de los medios de comunicación no regatearon espacio para informar de los resultados, llegando a una conclusión tan sólida como la voluntad de Aznar para detener la guerra en Irak: "No hay bases suficientes para sustentar científicamente una medida como la prohibición de entrada de los menores de 14 años en las plazas de toros". Ahí es nada el sofisma.
Dicha cabecera fue la más utilizada como resumen del citado estudio. Pero como ya llueve sobre mojado, como ya el personal está más que acostumbrado a las manipulaciones de los diarios, radios, telediarios y páginas web, cuando tratan de aspectos negativos para la fiesta nacional, pudo conocer de primera mano las verdaderas conclusiones del estudio, y tras unas laboriosas gestiones, finalmente se pudo lograr una copia del mismo. Y, como sospecha el lector, la información había sufrido graves alteraciones.
El estudio completo está a disposición de quien desee consultarlo en los archivos de ASANDA (Asociación Andaluza para la Defensa de los Animales), pero he aquí sus datos más curiosos. Este análisis, en realidad, es el resumen realizado por D. Enrique Echeburúa de cuatro informes realizados por sendos equipos de investigación. Cada uno de ellos ofreció sus comentarios y recomendaciones y, como ha quedado dicho, el citado Echeburúa redactó un informe final, pretendiendo resumirlos todos. Y he aquí algunas de las conclusiones:
1.- La visión de las corridas de toros puede aumentar la agresividad (especialmente en los varones de 9 años) la ansiedad y el impacto emocional de los niños.
2.- El que antes de los 13 años se produzca el visionado de una corrida de toros, va a llevar a los niños y jóvenes a una peligrosa insensibilización, que les va a provocar cierta indiferencia a la hora de valorarla, ya que buscarán en ella únicamente el componente violento.
3.- Los niños menores de 14 años tienen una escasa información acerca de los acontecimientos taurinos, su opinión acerca de ellos es mayoritariamente neutra, tendiendo a negativa.
4.- Los niños mostraban un mayor rechazo hacia el hecho de que al final de la corrida el toro muera, así como a que durante la corrida se realizaran actividades como la pica y las banderillas que suponen el sufrimiento del animal.
Curiosas, por mesuradas y valientes, eran las recomendaciones finales del estudio:
1.- El niño debe ir acompañado por un adulto, que debe evitar hacer comentarios de crueldad gratuita o innecesaria (por lo visto aunque pagues, la violencia es gratuita y además existe una crueldad necesaria).
2.- El adulto puede ayudar a que el adolescente no muestre expresiones de regocijo ante el sufrimiento del animal y ayudarle a ver el aspecto estético de los espectáculos.
3.- Se debe evitar en las múltiples diversiones en que los toros son protagonistas (corridas, encierros, capeas, tientas, espectáculos de vaquillas, etc.) que los adultos o los niños mayores maltraten a los animales y que los mismos menores sean testigos de este maltrato.
Con todo lo anterior, la mayor parte de los medios tuvieron la desfachatez de concluir los resultados de ese estudio con ese titular que señalo al comienzo. Luego entonces, ¿de dónde pudieron sacarse que "No hay bases suficientes para sustentar científicamente una medida como la prohibición de entrada de los menores de 14 años en las plazas de toros”. Los empresarios mediáticos saben defender la mentira con uñas y dientes. Ramírez, Polanco, Cebrián, ¡vaya trío de matadores¡...
Y para colmo, llega la otra tarde un amigo cubano y me dice: “Oye, brother, ¿tú sabes, chico, que asistir con frecuencia a las corridas de toros reduce la líbido?”. No le pregunté de dónde había sacado tan sorprendente información, pero me quedé muy preocupado, ya que nuestro monarca es un entusiasta defensor de tan lamentable fiesta, aunque su esposa pueda estarle agradecida a los morlacos para el resto de sus días. Vaya alivio, señora.
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ELCABALLODEATILA -